El cajón es un instrumento musical de origen peruano que se ha popularizado en todo el mundo gracias al nuevo flamenco, el jazz moderno y la música afro-latina-caribeña.
Se tienen datos documentados de la existencia del cajón en el Perú desde mediados del siglo XIX. El cajón fue reconocido oficialmente en el Perú como «Patrimonio Cultural de la Nación» el año 2001.
Es uno de los pocos instrumentos musicales donde el artista se sienta sobre él y este transmite el ritmo al cuerpo del cajonero.
Actualmente se confecciona en maderas Mohena y Requia, tiene normalmente una altura de 47 cm y una base de 33 cm por 29 cm. El grosor llega hasta 15 mm.
El músico se sienta a horcajadas sobre el cajón, quedando este último entre sus rodillas. El cajón moderno tiene tres tornillos que permiten ajustar el tono.
El percusionista puede conseguir sonidos adicionales utilizando sus palmas o las puntas de los dedos para tocar el cajón. Muchas veces se enriquece el tono del cajón añadiendo pequeños objetos metálicos en su interior. Por ejemplo, en España suele incluir en su interior tres o cuatro cuerdas metálicas para añadir resonancia.
Fue creado por africanos llevados como esclavos al Perú]desde la época del Virreinato y durante las primeras tres décadas de la república, hasta la abolición de la esclavitud a finales de 1854. El uso de los tambores fue prohibido por la Iglesia católica por considerarlos paganos con el fin de evitar la comunicación a distancia entre negros (tambores parlantes), un tipo de canción negra que mostraba en lamentos sus condiciones de esclavo: todo tambor hallado, fue quemado.
Hacia 1850 aparecen las primeras referencias al cajón como instrumento musical. Los afroperuanos son la conjunción de etnias africanas (bene, yoruba, bantú, congo, etc), que llegaron a América en condición de esclavos. Las poblaciones afroperuanas hasta el siglo XIX, fueron mayoritarias en toda la costa y por ende influyeron poderosamente en ella, hasta 1890, en que la población afroperuana comienza a decrecer.
Siendo la percusión el factor principal y divino de toda música africana, los negros esclavos se vieron obligados a buscar instrumentos, con los que pudieran expresarse. Los africanos esclavos vieron pronto en los cajones de madera, usados para transportar mercadería, un gran instrumento de percusión, empleándolos así en sus ritos sagrados y en sus diferentes manifestaciones artísticas. Ante la prohibición emitida el siglo XVII de usar el tambor, usaron cualquier elemento para producir sonido como las cucharas de madera, las sillas, las mesas, las cajitas de limosnas o el checo (una calabaza hueca de unos 60 centímetros de diámetro, con un orificio en la parte posterior)
Se cuenta con descripciones sobre el cajón y su ejecución en el Perú desde mediados del siglo XIX por Manuel Atanasio Fuentes, Adolphe de Botmilieau, y Max Radiguet, entre otros. A inicios del siglo XX se impuso la forma actual del cajón ("cajón vertical") sobre el "cajón horizontal" en el Perú y desapareció la costumbre de algunos ejecutores de sentarse en una silla.
Los negros esclavos usaban los cajones en los que transportaban la mercadería, sus descendientes ya libres, emplearon el mismo sistema, usaban todo aquello que le diera aquel repique, con ritmo de rebeldía. Los cajoneros obtienen diferentes sonidos de repique tocando en diferentes lados del cajón: las puntas del cajón tienen un sonido, la parte del centro otro, el filo superior, e inclusive desclavando una de las puntas superiores del cajón se obtiene otro sonido. En el siglo XIX el cajón carecía de forma definida pero Porfirio Vásquez, un negro cultor de la música afroperuana, estandarizó su forma actual. Ritmos afroperuanos que emplean el cajón son el festejo, el aguenieve, el panalivio y aquellos sonidos de corte dulce-alegre netamente afroperuanos.
El festejo es la danza afroperuana más antigua, más africana y más representativa que tiene el pueblo negro peruano. El festejo tradicional se baila en los hogares, en las calles de los pueblos costeños, sobre todo en Cañete, Chincha, Pisco, Ica y Nazca, donde se ejecuta sólo al ritmo de los cajones, tal como lo bailaban las antiguas negras esclavas.
La zamacueca es otra de las danzas típicas afroperuanas, que nace de otra danza más antigua, denominada "ombligada" en que se representaba la sexualidad; hombre y mujer bailaban en clara alusión a la fertilidad. Nicomedes Santa Cruz cita a esta danza como una de las fuentes originarias de la zamacueca, observando similitudes con las danzas de iniciación sexual de otros países como Cuba o Brasil, donde se practicaba el “vacunao”.
El tondero es una danza que nació de la competencia entre los indígenas y los negros del norte por demostrar quién practicaba y poseía la danza más bella; los indígenas con su “pava” o los negros con su “lundero”. El tondero viene de la voz lundero, que habría sido aplicada para nominar a los que tocaban o practicaban el “lundu” (palabra de origen bantú, que significa “sucesor”).
--Folklor Peruano--
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